Ciudades inteligentes: inversión tecnológica para el desarrollo económico y social

Las ciudades inteligentes están redefiniendo el futuro urbano al integrar tecnología y análisis de datos para mejorar la calidad de vida de sus habitantes, optimizar los servicios públicos y promover el desarrollo sostenible. Pero ¿qué implica ser una ciudad inteligente desde una perspectiva económica y qué beneficios pueden esperarse de estas inversiones?

La adopción de nuevas tecnologías en las ciudades trae consigo desafíos y oportunidades significativas. Según la ONU, actualmente el 55% de la población mundial vive en zonas urbanas, y se espera que esta cifra aumente en un 13% para 2050. Esto implica que las ciudades deben encontrar maneras de proporcionar beneficios económicos, sociales y ambientales tangibles y equitativos para sus ciudadanos. Enfrentar problemas como la congestión del tráfico, la seguridad pública y el manejo de residuos con soluciones tradicionales resulta costoso e ineficiente. Por ello, muchas ciudades están optando por soluciones tecnológicas que les permitan aliviar estas presiones de manera más efectiva.

De hecho, la inversión en infraestructuras inteligentes ofrece a las ciudades una ventaja competitiva considerable en la carrera por convertirse en territorios inteligentes. Estimaciones de la firma consultora IDC apuntan a que el gasto de las ciudades inteligentes alcance los 203.000 millones de dólares al cierre de 2024, con áreas de inversión enfocadas en sectores como la seguridad pública, la participación ciudadana y las plataformas inteligentes.

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Una inversión con múltiples retornos 

Una ciudad inteligente utiliza tecnologías avanzadas como el Internet de las Cosas (IoT), la inteligencia artificial (IA) y las redes 5G para capturar, analizar y actuar sobre datos en tiempo real. Sensores, cámaras y dispositivos distribuidos por toda la ciudad crean una red interconectada que permite gestionar de manera eficiente aspectos como el tráfico, el consumo energético, la seguridad pública y la gestión de residuos. El objetivo de estas interacciones tecnológicas es maximizar los recursos urbanos, facilitar la toma de decisiones informadas y construir un entorno más habitable y sostenible.

La implementación de sistemas de sensores IoT y plataformas de análisis de datos permite una gestión eficiente y en tiempo real de servicios esenciales, como el transporte y la energía, además de mejorar la seguridad pública. A su vez, la inteligencia artificial y el aprendizaje automático ayudan a prever patrones de comportamiento, optimizar rutas de transporte y reducir costos operativos. Por su parte, las redes 5G proporcionan la conectividad necesaria para que todos estos sistemas funcionen de manera eficiente, garantizando una comunicación en tiempo real entre dispositivos y sistemas de gestión urbana.

El retorno de estas inversiones no se limita a la infraestructura. Una ciudad que invierte en tecnología de vanguardia para mejorar la eficiencia energética, reducir la congestión del tráfico y optimizar la gestión de residuos atrae inversiones y fomenta la creación de empleo y mejora la calidad de vida de los ciudadanos.

Además, contar con una infraestructura inteligente y sostenible puede ser un imán para empresas innovadoras y talento calificado, lo que a su vez impulsa el crecimiento económico. La capacidad de gestionar de manera inteligente el consumo energético y el tráfico vehicular reduce la huella de carbono y, a la vez, abre la puerta a incentivos económicos y financiamiento verde.

Financiación para el progreso

Desde una perspectiva de inversión, las ciudades tienen diversas opciones para financiar esta transformación tecnológica. Las asociaciones público-privadas (APP) permiten a los gobiernos colaborar con el sector privado para financiar proyectos tecnológicos de gran envergadura sin comprometer las finanzas públicas. Además, el uso de bonos municipales y préstamos específicos facilita la modernización de infraestructuras clave, como el transporte público o las redes de energía inteligente. Innovaciones financieras como los modelos de pago por uso, también conocidos como ‘pay-per-use’, permiten a las ciudades adoptar tecnologías sin incurrir en grandes desembolsos iniciales, distribuyendo los costos de manera proporcional al uso real de los servicios.

Un informe del banco alemán Deutsche Bank destaca que estas alternativas de financiamiento no solo facilitan la adopción de innovaciones tecnológicas, sino que ayudan a aliviar la carga presupuestaria de las administraciones locales, abriendo nuevas posibilidades para la inversión en ciudades inteligentes.

Invertir en la transformación hacia ciudades inteligentes no es solo una cuestión de modernización tecnológica, sino una estrategia económica con retornos tangibles en términos de crecimiento, sostenibilidad y calidad de vida. Estas inversiones posicionan a las ciudades no solo para enfrentar los desafíos del futuro, sino también para convertirse en polos de atracción para la inversión y la innovación. En definitiva, las ciudades inteligentes representan una oportunidad única para redefinir el desarrollo urbano y construir un futuro más próspero y sostenible para todos.

Por: Julián Duque, Country Lead de Intel en Colombia.

Foto: Freepik.

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