De los libros físicos al Kindle: así ha sido mi experiencia

Por mucho tiempo me negué a leer en dispositivos electrónicos (pendejadas mías), pero pensaba que era una experiencia menos ‘pura’ de lectura y que se me iban a cansar los ojos. Hasta que llegó la pandemia y me di cuenta que quería leer muchos libros y no había forma de ir a una librería. Dije: bueno, ¿lo importante no es acaso la historia? ¿lo importante no es simplemente leer? ¿y por qué no le doy una oportunidad al famoso Kindle?

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Exploré un poco las opciones del mercado, hice cuentas de cuánto dinero pensaba destinar a libros en los próximos meses, comparé las opciones de Kindle y llegué a una que se llama Paperwhite, que es sencilla pero muy funcional.

Mi experiencia

Llegó el paquete con el aparato y antes de abrirlo me asusté y creí que me habían estafado, porque era una cajita muy pequeña y sobre todo muy delgada. Lo abrí y en efecto así es: pequeñito, fácil de tener en las manos. Descargué el primer libro del que estaba antojada (y me di cuenta de la enorme diferencia de precios con los libros físicos).

Gradué el tamaño de la letra y, ¡oh sorpresa!: ¡no me dolían los ojos! La pantalla no brilla y uno va pasando y pasando páginas. A diferencia del libro físico, en los que uno sabe cuántas páginas le falta por leer, aquí vas viendo el porcentaje del libro leído.

Algo muy bueno que tiene el Kindle es que hace fácil repasar esas frases subrayadas, releer las notas que uno hace (que para mi trae un gran beneficio pues me dedico a reseñar libros) y además permite buscar definiciones de palabras. Por ejemplo, en este momento estoy leyendo un libro de mitología griega y cuando subrayo el nombre de algún personaje que mencionan, me busca información sobre este. Eso me encanta.

La discusión sobre si es mejor leer libros físicos o en Kindle para mí no tiene ningún sentido; son dimensiones diferentes. Para los que amamos los libros, la  experiencia con un libro físico comienza desde que vamos a la librería, revisamos los estantes, nos llama la atención una portada,  lo tocamos, leemos la contraportada, pensamos en la historia, tomamos la decisión de comprarlo, lo llevamos a casa, le permitimos ser un objeto que hace parte del ambiente, hasta que por fin nos decidimos a leerlo. 

Pasamos sus páginas, subrayamos o ponemos papelitos y damos por físicamente terminada la experiencia con ese libro para llevarlo a un estante donde probablemente pasará una larga temporada.

La verdad, estoy feliz con el Kindle y me hace sentir que tengo los libros del mundo al alcance de mi mano y eso en este momento me parece genial.  Y, aunque no pienso dejar de visitar librerías, si creo que seré más selectiva en los que elijo leer en formato físico.  Mi sueño no es tener una biblioteca gigante llena de libros en mi casa, mi sueño es tener muchos libros en mi cabeza.

No tiene sentido discutir si es mejor leer en físico o en digital. Es diferente, uno es una experiencia más sensorial, el otro se centra en lo esencial: leer una historia.  Y si lo importante es leer, entonces lean como prefieran.

Imagen: Perfecto Capucine on Unsplash/Pixlr

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